
El uso de la miel para tratar heridas se remonta a la antigüedad, y la investigación moderna ha proporcionado evidencia científica que respalda su eficacia. La miel promueve la cicatrización de heridas a través de varios mecanismos, incluyendo su actividad antimicrobiana (previniendo infecciones), su capacidad para mantener un ambiente húmedo en la herida (favoreciendo la regeneración celular), su acción antiinflamatoria (reduciendo la hinchazón y el dolor) y su capacidad para estimular la angiogénesis (formación de nuevos vasos sanguíneos) y la proliferación de fibroblastos (células clave en la reparación del tejido).
Estudios clínicos han demostrado la eficacia de la miel en el tratamiento de diversas heridas, incluyendo quemaduras, úlceras de pie diabético y heridas quirúrgicas. La miel de Manuka, en particular, ha ganado atención por su alta concentración de metilglioxal, lo que le confiere una potente actividad antibacteriana incluso contra cepas resistentes. El uso tópico de miel puede ser una alternativa o un complemento valioso a los tratamientos convencionales para la cicatrización de heridas.
Referencia Científica:
Jull, A. B., Cullum, N., Dumville, J. C., Westby, M. J., Deshpande, S., & Walker, N. (2015). Honey as a topical treatment for wounds. Cochrane Database of Systematic Reviews, (3), CD005083. https://www.cochranelibrary.com/cdsr/doi/10.1002/14651858.CD005083.pub4/full (Esta es una revisión sistemática de la literatura sobre el uso de la miel en el tratamiento de heridas).